Desperté ayer con la desagradable noticia de lo que había sucedido, «hinchas interrumpen asado y aprietan a jugadores».
Lo primero que pensé fue que había sucedido; nos habíamos vuelto todo lo que decíamos no querer ser, y me dio rabia, pero luego leí la noticia con fotos incluidas. Casi siempre trato de conversar con mucha gente antes de emitir un juicio o de asumir un sentimiento definitivo ante estas cosas, y esta vez no fue la excepción.
Desde la rabia escuché que estaba bien, que a los jugadores había que decirles, que nos estaban pintando la cara, que les importa una raja, que le hacen la cama al profe. Desde la complicidad escuché que estaba mal, que esas eran actitudes de la contra. Que la prensa no tenía que saber, que la marginación es perjudicial para lo que queda, que Valencia juega solo, que era su día libre, que un hincha al que de verdad le molesta los encara antes; no solo ahora por el mal momento.
Hay quienes hablan de lo estrictamente legal, de los contratos. Que pueden consumir alcohol pues no están en horario de trabajo, o que si van a despedirlos que sea por no rendir pero no por consumir alcohol.
Hay quienes hablan desde lo práctico. Que esto solo perjudica al equipo para lo que queda, que estas cosas pasan siempre y nos hacemos los ciegos, que la prensa no tenia para que saber y que lo sucedido no es digno de un hincha de la U.
Finalmente hay otros que opinan desde la guata. Que da rabia que pasando por tan mal momento haya jugadores a los que no les importa, que teniendo que entrenar al día siguiente estén consumiendo alcohol, que rindiendo absolutamente nada, más encima se expongan con estas cosas.
Puede que muchos sean argumentos válidos, porque todo depende de la óptica con que se mire, pero después de mucho escuchar hay que tomar una postura al respecto.
Quizás yo no pienso con la cabeza, quizás soy impulsiva y poco objetiva y quizás no se nada de la vida y del fútbol, pero tomé mi postura, y me revienta que me estén viendo la cara, me da pena que no haya 11 jugadores comprometidos con estos colores, me da impotencia pensar que había un Renato Gonzalez, un Pepe Rojas, o que actualmente hay un Seba Martínez dando la vida por la U, y que nos equivocamos tanto con ellos, ellos que aman a la U como nosotros.
Solo les pido que no canten «que se vayan todos», eso no es lo que yo querría y es lo que entiendo que no quieren que pase los que piensan que no se debió encarar a los jugadores.
Independientemente de la postura que haya tomado cada uno; de esta salimos todos juntos. Mañana (hoy) cantemos alentando como siempre los 90, con más fuerza, a ver si por esta vez logramos tocar la fibra de quienes defienden nuestra camiseta, y cumplimos ese sueño; verlos jugar como hinchas, no como empleados.