En una jornada emotiva y multitudinaria el «Romántico Viajero» alcanzó su novena estrella y el segundo bicampeonato de su historia, frustrando una vez más las aspiraciones de Universidad Católica de lograr el título.

Un 3 de diciembre como hoy, pero de 1995, Universidad de Chile vence 2×0 a Temuco en la última fecha del campeonato nacional y se consagra bicampeón, con el «Lulo» Socías al mando de un equipo que reeditó su supremacía.

El cuadro azul llegaba con la obligación de hacerse con el triunfo, puesto que los de San Carlos de Apoquindo habían derrotado 1×0 a Unión Española, aventajándonos por un punto. Fue en esa competición, donde se impuso el sistema de los 3 puntos.

Y el compromiso no fue fácil, porque Temuco que llegaba precedido de una gran campaña -terminaron en el cuarto lugar- instaló el nerviosismo en el estadio nacional, que estaba colmado por 78 mil espectadores.

El marcador quedó en blanco al termino de la primera mitad y sólo a los 67′ llegó el grito de desahogo en el coloso ñuñoíno, cuando el Pato Mardones, tal como lo hizo un año antes en el Salvador, convirtió en gol un lanzamiento penal que dejó parado al portero de los sureños y desató la algarabía de la fanaticada (1-0). Ya sobre el final, también desde los doce pasos, el «Leo» Rodríguez sentenció la historia y dio inicio a una noche plagada de celebraciones por todo el país (2-0).

Aquel glorioso equipo, formó aquella vez con Sergio Vargas; Cristián Castañeda, Cristián Traverso, Cristián Romero, Cristián Mora; Luis Musrri, Patricio Mardones, Esteban Valencia, Leonardo Rodríguez; Juan Carlos Ibáñez y Marcelo Salas.

La «U» se coronó con 62 puntos en 30 encuentros disputados, ganando 18 de ellos, cayendo en 4 compromisos y empatando en 8. En toda esa campaña, los pupilos del «lulo» convirtieron 64 dianas y sólo recibieron 30 tantos, siendo el segundo pórtico menos batido, superado solamente por Católica.

Sólo palabras de agradecimiento para los hombres que volvieron a hacer grande la historia de este club y dejarla en el sitial que siempre mereció estar. ¡Gigantes!.