En el presente mercado de fichajes, la política de ceder a los juveniles ha tomado fuerzas. Es así como jugadores con bastante potencial, han dejado la sub-19 para emigrar a clubes de la primera división, segunda categoría e inclusive ligas extranjeras -como son los casos de Taty Castellanos y Bruno Miranda- con el fin de obtener rodaje y experiencia en el profesionalismo, en donde obviamente la exigencia será mayor con respecto a la liga juvenil.

Pese a que está instaurado el reglamento sub-20, cuya norma obliga a cada equipo jugar como mínimo la mitad del campeonato con un jugador menor de 20 años, la oportunidad para los canteranos no es total, puesto que son pocos los que el director técnico requiere para cumplir con aquella norma. Si vemos un caso reciente, Guillermo Hoyos sólo hizo jugar a 3 juveniles el torneo pasado, de los cuales fueron, Yerko Leiva, Iván Rozas y Mario Briceño. Sólo 3 jóvenes de un plantel apróximado de 21 jugadores que conforman la categoría sub-19.

"Para mí la 17 y 19 tienen la obligación de ganar, pero la formación no puede ser transado a todo, porque cuando tú pasas al primer equipo pasas solo y hay equipos buenas en la formación y llegan 1 o 2 al primer equipo", declaraciones de Miguel Ponce en su presentación como jefe de las fuerzas básicas laicas, la semana pasada.

¿Qué pasa con los demás que no son usados para cumplir con el reglamento? La mayoría disputada la categoría juvenil hasta cumplir 20, y por consiguiente, cuando cumplen la edad, parten a préstamo sin haber tenido oportunidad en el profesionalismo como juveniles. Con 20 o 21 años, el jugador con potencial ya debe estar consolidado, o más bien, dando de qué hablar al menos por su calidad, como son los casos de Yerko Leiva o Iván Rozas, quienes con 18 años ya han dejado buena sensación en los hinchas y también en la institución.

Es por esta situación, que para evitar el estancamiento del crecimiento del jugador en plena edad formativa, se decidió enviar a muchos jugadores de la sub-19, categoría que fue campeón el año pasado. Mathías Pinto, Danilo Catalán, Taty Castellanos, Felipe Pinilla y Bruno Miranda (por confirmar equipo) han partido a préstamo para jugar de forma regular en equipo, que como ya es sabido, pese al reglamento sub-20 existente, iban a tener poca participación en el primer equipo, inclusive, en algunos casos, de nula participación.

Algunos casos son emblemáticos. Nicolás Maturana, por inmadurez recién tuvo una oportunidad de forma regular en la U de Beccacece, tras haber estado varias temporadas a préstamo, en donde destacó en Palestino. En su retorno al cuadro azul, el volante aseguró que: "Si no destaco en un equipo de menor presión que la U, es porque aún no puedo jugar en un equipo grande".

Otro caso es Rodrigo Echeverría, quien regresó luego a la 'Chile' de estar dos años a préstamo, en Iberia y Everton de Viña del Mar. El canterano, que si no partía cedido, no iba a sumar minutos en el plantel profesional, puesto que era 'tapado' por los jugadores consolidados en un puesto trascendental como es la zaga. Tan bien le hizo su préstamo, que Echeverría salió de la U como central, y retornó como un destacado volante mixto. Le encontraron el puesto.

Misma situación vivió Marcelo Díaz, quien de poca participación como lateral derecho en la U, se fue a préstamo a La Serena por seis meses, en donde jugó como volante de creación para luego regresar a la U... el resto de la historia es sabida.

En un fútbol mercado como es hoy, es difícil darles oportunidades a los juveniles en el club en donde los vieron nacer. Y si es así, son pocos los que tienen la posibilidad de jugar con regularidad. Es por esto, que se implementó la nueva política de la Universidad de Chile, para que sus jugadores no se pierdan en el intento de consolidación y que puedan crecer en la edad donde más tienen que hacerlo.